Sobre eso de los hábitos...

Bueno, bueno. Según ciertas reglas gramaticales que me vienen al pelo, dos afirmaciones positivas dan como resultado una negación. Siguiendo esta pauta no general pero que asciendo a verdad como un templo, dos invitaciones para escribir mis hábitos más raros dan como resultado una negación implícita a que lo haga. Además no tengo hábitos extraños, son mas bien una colección de comportamientos obsesivos y rarezas vitales que no pueden catalogarse dentro de la categoría de "Hábitos Extraños". Y se de lo que hablo, me dedico justamente a eso. No a lo de los hábitos, no soy monja, soy bibliotecaria. Vale, de nuevo una frase mía que puede llevar a equívocos tras nuestro lavado de cerebro por parte de los estudios cinematográficos norteamericanos. Una bibliotecaria no tiene por qué ser una solterona amargada con botines imposibles, con horrorosos trajes de chaqueta holgados combinados con pañuelo con lazada o perlas, y siempre en anodinas combinaciones de gris o marrón deprimente. No. Error. Tampoco llevamos gafas de concha (excepto honrosas excepciones cuando el look 50´s lo requiere) colgadas del cuello con una cadenita dorada, ni apoyadas solamente en la punta de la nariz (¿hay algo más incómodo que intentar ver a través de los cristales cuando estos no cubren los ojos?). Nuestro tono de voz real, el que utilizamos fuera de las paredes de esos templos de conocimiento no es ni chillón ni agudo (vale, hay ciertas personas que tienen este timbre de voz, pero es genético, no por la profesión). Nuestros pasos intentan ser sigilosos, por cuestiones prácticas, pero no siempre los tacones llevan sordina, y desde luego hay calzado que tiene eco cuando andas (el chof chof de los náuticos es un claro ejemplo). No comemos niños, ni disfrutamos haciendo callar a la gente, ni el ceño fruncido es una asignatura de primero. Utilizamos otros tonos de rojo de labios que no son el beige hago que tus labios desaparezcan de tu cara y el fucsia sobreviví a Estudio 54. Los moños tirantes, da igual la versión, en la coronilla o en la nuca, son imposibles de hacer si llevas el pelo capeado, y hoy en día todas lo llevamos así. Además, los productos de fijación han mejorado y es imperdonable esa imagen mental de bibliotecaria con el pelo tirante y aplastado, sucio. Coged esa odiosa imagen y aplicarla sólo a la señorita Rottenmeier.


Vale, hábito nº1: enrollarme, hablar y/o escribir compulsivamente, saltando de un tema a otro, que vale, que si, que mentalmente lo tengo todo estructurado, pero creo que desde fuera no se ve así. ¿Me equivoco? A ésto añado el abusar de paréntesis cuando escribo y el de gesticular hasta desencajarme en directo, junto con una tendencia a la acaparación de conversaciones ajenas y una excesiva diarrea verbal que hace que no sólo pise las palabras de otros sino también las mías propias, provocando cierto dolor neurálgico a las personas que tienen la honrosa/terrible suerte de prestarme atención. ¡Ah! Aquí añado también la capacidad/castigo de escribir frases de más de tres líneas sin ningún tipo de signo de puntuación para que el/la lector/a tenga que leerme de un tirón y se quede mentalmente sin aliento y al final no tenga ni idea de qué es lo qué empecé a escribir y por qué razón sigo haciéndolo si ya quedó meridianamente claro con las cinco primeras palabras que escribí párrafo y medio arriba justo antes del abuso incomprensible de adjetivos ridículos que no vienen al caso puesto que no estoy haciendo la descripción de absolutamente nada. Al menos, no uso coletillas.

Bueno, pues parece que al final si que voy a poder hacer eso de los hábitos (razón de inicio de este monólogo). Bien, allá va, sigo con la segunda.


Hábito nº2: Siempre tengo que viajar con Purple. Es un mono marrón pequeñito que compré en el 92 en una tienda en Oxford St. en Londres. Desde entonces, viaje a donde viaje, es lo primero que meto en la maleta. A veces no cabe y lo tengo que llevar en el bolso, pero siempre viene. En 2002, a principios de abril, fuimos a Santander. Y de vuelta, me lo dejé olvidado en el hotel. El berrinche que me entró fue antológico. Además, sólo podía pensar que el pobre se había perdido justo cuando cumplía 10 años. No podía parar de llorar, pero fuerte, sollozando en voz alta y sin conseguir decir nada medianamente entendible entre las lágrimas y la moquera. Al final, mi queridísimo maridín (por entonces, sufrido novio) llamó al hotel. Y allí estaba, esperando mi llamada para volver a casa. Costó más pagar los gastos de envío de Purple que lo que me costó a mí comprarlo en libras. Ese es el tiempo más largo que he pasado sin él. Está aquí ahora. ¡Saluda, Purple cariño! Se ha asomado a las terrazas de varias capitales europeas, ciudades y pueblos españoles, ha visto distintos mares... ahora sólo le queda cruzar un océano y habrá viajado tanto como Amedio.


Hábito nº3: No puedo dormir si está abierta la puerta de algún armario. No puede estar ni siquiera mal cerrada, estas veces que se quedan unos centímetros sin encajar del todo. No puedo. Y esto si que se perfectamente de donde viene. Toda la vida mi hermana y yo hemos compartido habitación. Siempre hemos dormido juntas. Para no llevarnos a equivocaciones, ella es tres años más pequeña que yo. Ahora esa diferencia de edad es nada, pero cuando tú tienes 7 años y la enana 4, pues si se nota. ¿Qué por qué incido sobre ésto? Porque era ella la que me asustaba a mí diciéndome que había monstruos dentro del armario. Tiene gracia, ahora, pero entonces me cagaba de miedo de pensarlo. Normalmente debería haber sido al revés, la hermana mayor acojona a la pequeña. Pues no, la giganta de 7 años llorando por la mierdecilla de 4, y luego 8 y 5, 9 y 6.... Sé intelectualmente que no hay nada dentro del armario que no halla puesto yo ahí, ni nadie esperando que me duerma para salir y venir a por mí, pero aun así, con casi treinta añazos, sigo sin poder dormirme si se ha quedado alguna puerta de algún armario abierta. CABRONA. Algún día tendrás hijos y ya verás. Además, ahora debe salirnos mejor, tuvimos a Marius para practicar y perfeccionarnos y mira cómo ha salido... Simply the best. Como un recopilatorio de carne y hueso. Mmmmm.

Hábito nº4: colocar los cuadros y fotografías torcidos. Esto es superior a mí. Ahora estoy en recuperación, porque llegué al extremo de colocar cuadros en bares y cafeterías. Cuando vas a una casa y están torcidos, casi siempre hay una oportunidad para colocarlos sin que te pillen, en caso de no tener mucha confianza con el anfitrión y no poder pedírselo, pero en un bar canta mucho. Mucho. Y te miran como si estuvieses loca. Lo peor es que casi nunca los dejo bien a la primera, así que tengo que alejarme para verlo en perspectiva y volver a darle un par de toquecitos para que queden perfectos. Es horrible. Pero intento superarlo. A no ser claro que rayen la verticalidad, entonces me cambia la cara y me tiro a ponerlo en su sitio.


Y ésto me lleva al Hábito nº5: Todas las cosas tienen su sitio y hay un sitio para cada cosa. Está el cajón de la ropa interior, el de los calcetines, la caja de los collares, la de los pendientes, otra para las pulseras, la caja de las velas, la de los incienso, el cacharrito de las llaves, la caja de las gafas... Bien mirado, parece una costumbre razonable, poner orden en tu vida. Ejemplo práctico para el correcto entendimiento de este hábito: mi hermana tenía unas gafas que siempre dejaba en el mismo sitio. Lógico, porque así siempre sabía dónde estaban. Pero claro, no las dejaba en el sitio de las gafas, así que yo siempre las veía y me volvía loca porque no estaban colocadas. Un día las recogí, y las puse en el sitio de las gafas. Estuvo buscándolas durante meses, ella pensaba que las había perdido, y como eran bastante caras no quiso decir nada, por lo de la bronca por irresponsable, siempre lo pierdes todo, blablabla. Hasta que un día se atrevió a comentarlo. Y claro, yo le contesté: están en el sitio de las gafas. Siempre lo pone de ejemplo para decir que soy una maniática, eso y mi capacidad de ordenar el armario por colores, tipos, texturas y largos; la de dar, a veces con un poco de mala leche, posavasos a todo el mundo, porque me imagino las gotitas resbalando por el cristal y me pongo mala; la de colocar los folios de manera que no sobresalga ninguno porque si no no puedo; la de afilar los lápices y colocarlos siempre igual en el cubo; la de colocar todo lo que esté en estanterías y mesas para que guarden relación unas cosas con otras; la de doblar las bolsas de una manera especial que se quedan aplanaditas y no ocupan nada; la excesiva manía que le tengo al polvo que me llevó a destrozar un teclado de ordenador al desmontarlo para limpiarlo tecla por tecla... Vale, la que no tenía hábitos extraños se apunta a la versión 1.1 de este juego en el que son 10 las respuestas válidas.

Y como parece que al final he picado, pongo ahora las reglas del juego, que se supone que van al principio. Pero como yo no tenía intención de enrollarme de esta manera (empecé justificando mi negativa a escribir 5 hábitos raros y mira donde estamos), ahí va:


Reglamento.
El primer jugador de este juego inicia el mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos".


Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en sus respectivos fotologs a propósito de sus extraños hábitos deben también indicar claramente este reglamento.

Al final, se debe escoger 5 nuevas personas a indicar y añadir el link de su fotolog. No olvidéis dejar un comentario en su blog o diario web diciendo "Has sido elegido" (si aceptan comentarios) y decidles que lean el vuestro.


Creo que (parafraseando a Gwiyath) todos mis conocidos (por blog) han pringado con este juego, omito la parte del linkeo. Aquí muere un trocito de este juego-cadena. Gracias a los que habeis leido este tochazo y a los que no, bueno, no tengo manías con ello.

7 Comentarios:

SaraMR dijo...

Jajaja; wenos hábitos. Coincido en lo de las puertas, tampoco puedo dormir. Supongo q tras eso habrá un trauma infantil oculto , pero lo desconozco... Ciao!!!

Marius Delacroix dijo...

decididamente tienes mi amor eterno ganado , dios quiero ser tu!! (aunke sera cosa de practicar , por que segun tu "eres olga 1.0) , adios prima-me-voy-y-vengo-en-quince-dias.Marius

Pd: aunke no lo parezca tengo un ida orrible de llorar y llorar pero me subes el animo querida, no es broma , es un recopilatorio (cierto ,estoy escuxando uno Annie - "Chewing gum")

Marius Delacroix dijo...

Algún día tendrás hijos y ya verás. Además, ahora debe salirnos mejor, tuvimos a Marius para practicar y perfeccionarnos y mira cómo ha salido... (añado yo) del armario , sere yo el monstruo al que temias ?

Nefertiry dijo...

Tranquila, Olga, que aunque bibliotecaria suena a solterona, como bien dices, ánimo: ¿estás casada? (aunque no sé qué es peor...).

Por cierto, buenísimas tus manías. No encontré a nadie que las describiera tan súmamente bien como tú. Se nota que lo llevas con orgullo y eso te honra. No todo el mundo reconoce ciertos comportamientos, y menos algo que le da fobia como lo de las puertas del armario. En fín, guapa, ya os pondré las mías en cuanto me las piense bien.
Muchos besos y hasta prontito....

Anónimo dijo...

Los armarios mal cerrados es algo que no llevo bien, pero porque se mete el polvo y se ensucia la ropa (cuestión práctica y no de fobia)
Colocar los cuadros es algo que dejé de hacer, como colocar cuellos de camisas y corbatas. Hay demasiados mal colocados.
Y una de mis manías, que creo que no mencioné en mi fotolog, es que soy incapaz de ver una falta de ortografía y no corregirla (tienes un haya del verbo haber con LL, imperdonable)
En fin, cada uno tiene sus rarezas y sus costumbres.
Otra cosa que suelo hacer es poner el despertador media hora antes de tener que levantarme.
Bueno, vuelvo a lo que iba. Me encantan ciertas manías. La manera de colocar el armario. Me ha encantado.
Me retiro, es la hora de la siesta.
Besos,
P.

Rita dijo...

Aún no he leído tu post entero, lo siento, estoy de un vago que empieza a ser preocupante, aunque más bien diría que estoy de un vago en cuanto a lo que a la lectura y escritura se refiere... debe ser trauma post-exámenes. Ay, se me juntan todas las letras, pero prometo leerlo detenidamente, en serio.

Un beso para cuando vuelvas a estos lares.

Olga dijo...

Me alegro que os hayais (¿hallais?) reido de mi, que no conmigo, porque no me sufrís y no colaborais inventando el botón aquel de ON/OFF que hablamos. Luego se me ocurrieron muchos más hábitos curiosos, algún día ampliaré.(Modo voz de malo de película on) Y si, es una amenaza. (Modo voz de malo de película off)